El papel en blanco...

             Hace tiempo que no te cuento nada importante... no sé si me echas de menos, pero yo sí echo de menos tu cuerpo blanco y el caminar de mi pluma marcando mi corta vida en él. Echo  de menos ese silencio resignado por no poder hablar más que de aquello que yo escribo, por no poder replicarle a  mi narrativa dramática y gritar que deje de manchar tu pálida pureza con mi oscurecida estupidez sin brillo, sin gloria, ni si quiera con pena... Pero mira, no dejo de hacerlo, no, y es que te necesito, necesito que en ti se lean de nuevo mis palabras, como tantas veces, te prometo no hacerlo mucho más..., pero esta vez deja que acabe...
Hace tiempo que no te presto la atención necesaria, hace demasiado que me olvidé de hacerte el amor desesperadamente y tocar tu filo cortante con el cariño pertinente, hace tiempo que no soy nada, porque no acaricio tu blancura, ni mancho mis días con la tinta de tu pasividad insana y tu dejadez extenuante.
Hace tiempo que me olvidé de amarte como tú mereces que te amen, y te dejo repentinamente porque no hay tiempo para la belleza, ni para el amor sin límites, sin fronteras.
¡Y estoy tanto tiempo sin tocarte pero deseándote! Me siento enormemente enferma, sólo tengo ganas de ti y te tengo miedo y te veo ahí como si nada, esperando a que abrace con mis palabras, mis frases y mis versos la aridez escandalosa de tu cuerpo desnudo, que te vista con mis manos, con mi tinta azul y negra, que el luto recorra tu cuerpo y el mar violento golpee tu pasmosa tranquilidad. Pero no puedo, me acobarda esa pureza, me deslumbra esa sencillez y me mata esa indolencia.
Sabes, he escrito tantos “te quiero”: en reglones torcidos y rectos, con letras ladeadas y tachadas, grandes y pequeños, en mayúsculas y en minúsculas... y con tantas personas distintas tras ellos, que me parece mentira al recordar.
No es tristeza lo que ahora me invade, ni melancolía , ni si quiera melancolía , ya se acabó todo aquello , los amores apasionados , exaltados, que te hacían vibrar, que hacían lo mismo conmigo, pero que puestos sobre ti,  parecían mucho más serios , más graves, se acabaron... es una pena, lo sé... Ahora ya no queda más que resignación por ser yo y mis circunstancias,  por no poder ser tú y las circunstancias imaginarias o reales de tantos otros.
Yo y mis circunstancias, tú y tu silencio, siempre ahí, no fallas, nunca fallas. Si lloro y escribo enjugas las lágrimas, liberas el alma del desconsuelo y el congojo de un sentimiento equivocado quizá. Si callo, no importa como ni por cuanto tiempo lo haga, muestras quien soy, mi reflejo. Si río y finjo siempre sabes que lo hago y lo que pasa por mi cabeza al hacerlo, aunque me mienta, a ti no puedo, no puedo mentirte.
Tú y tu silencio, yo y mis circunstancias, a veces aquí contigo, yo si fallo, siempre fallo. ¿Qué haría yo sin poder decírtelo todo, sin volcar sobre ti mi rabia, mi odio, mis sentimentales agonías y mis eternos recuerdos? ¿Qué haría yo sino te tuviera a mano, como ahora, sino dejaras que profanara tu liviana inocencia con palabras sin sentido  por las que luego habré de pagar? ¿Qué haría yo...?
Porque no me merezco tu espera sin límite, porque no mereces ese abandono repentino, porque no merezco tu ánimo sin medida, porque no mereces el castigo de la torpeza de mis palabras, porque yo ya no soy nada y tú lo eres todo.
Porque simbolizas lo que hay, señalas lo que habrá y dejas que sepamos lo que hubo. Porque yo no sirvo para recordar, para vaticinar y menos para describir nada.
Porque envidio tu poder, pues sin hacer haces y sin hablar cuentas, porque te admiro y porque te quiero, no puedo dejar de hacer lo que hago, ni de decir lo que digo, ni de abogar con destreza y seguridad que es por ti y no por mí…
Porque me escondo bajo tus faldas y tú jamás las levantas, porque soy quien quiero ser cuando estoy contigo y a ti no te importa quien sea, porque callas sumiso mientras hablo desbocada y cuando te abandono me esperas.
Cuando voy y vuelvo no me pides nada, porque das y no quieres nada a cambio, porque sabes que no soy yo de quien debes esperar. Por todo, por nada, por tener paciencia y darme más que esperanza.

Como puedes observar, yo como siempre, intento decir algo, algo corto y sencillo, y bueno... Sólo quiero darte las gracias por este silencio, por esos oídos que no tienes y esas manos que te faltan, porqué aún sin ellos, sabes hacer algo  que resulta demasiado complicado, porqué sin ellos, acaricias mi voz y escuchas mi alma como nadie lo ha hecho.

Entradas populares

Infancia